La pérdida de colonias de abejas en Latinoamérica es un fenómeno alarmante que pone en riesgo tanto la biodiversidad como la producción agrícola. Un estudio reciente publicado en la revista Nature revela que, en promedio, se pierden un 30,4% de las colonias de abejas melíferas y un 39,6% de las abejas sin aguijón cada año en la región.
Estas cifras son preocupantes, considerando que la abeja europea (Apis mellifera), introducida en el continente en el siglo XIX, ha sido fundamental para la polinización de cultivos y la producción de miel.
La introducción de la abeja europea en Chile en 1846 fue un hito en el desarrollo agrícola del país, facilitando la polinización de los primeros huertos frutales. Con el tiempo, esta especie se convirtió en la más común en varios países latinoamericanos. Sin embargo, su desaparición está siendo impulsada por múltiples factores, entre ellos los parásitos, cambios climáticos y prácticas de manejo inadecuadas.
Andrés Marcelo Vargas Fernández, investigador de la Universidad de Chile, destaca que la disminución de colonias tiene un impacto directo en la producción de alimentos. La pérdida de colmenas no solo afecta a los apicultores, quienes enfrentan desafíos para reponer sus colonias, sino que también repercute en la seguridad alimentaria de la región. Sin abejas, la polinización de numerosos cultivos se ve amenazada, lo que podría resultar en una reducción en la disponibilidad de alimentos y un aumento en los precios.
El estudio revela que las pérdidas de colonias son más significativas en verano, cuando la producción de miel es mayor y los parásitos se multiplican. Durante esta temporada, los apicultores enfrentan la difícil decisión de no aplicar tratamientos químicos para controlar a los parásitos, ya que esto podría comprometer la calidad de la miel. Como resultado, muchas colmenas llegan debilitadas al invierno, lo que aumenta las tasas de mortalidad.
Además, el cambio climático está afectando a los apicultores, quienes se ven forzados a migrar hacia el sur en busca de áreas con floración adecuada. Este desplazamiento no solo afecta su modo de vida, sino que también altera los ecosistemas locales y la dinámica de la polinización.
La investigación enfatiza la necesidad de contar con datos concretos para la formulación de políticas públicas que apoyen a los apicultores y, por ende, a la seguridad alimentaria del país. Sin datos, es difícil implementar estrategias efectivas que mitiguen la pérdida de colonias y promuevan la salud de las abejas. La colaboración entre investigadores, apicultores y responsables políticos es crucial para abordar este problema y garantizar que las abejas continúen desempeñando su papel vital en los ecosistemas y la agricultura.
MVZ ESPECIALISTA ELSA DIÉGUEZ B.
Comments