En la riqueza cultural de México, el Día de Muertos se presenta como una celebración vibrante que honra a los seres queridos que han partido. Entre las flores que adornan los altares y ofrendas, destaca la celosía, conocida también como Cresta de Gallo o Mano de León. Esta flor, con su textura aterciopelada y colores intensos, no solo embellece el entorno, sino que también encierra un profundo simbolismo.
La celosía, con sus formas escultóricas y brillantes tonalidades, se ha convertido en un emblema del consuelo y la conexión entre los vivos y los muertos. Se dice que su presencia trae confort durante el duelo, ayudando a las familias a sobrellevar la tristeza por la pérdida de sus seres queridos. En cada pétalo, se refleja el amor y el recuerdo, creando un puente entre el mundo físico y el espiritual.
Durante el Día de Muertos, la celosía es un elemento fundamental en los altares, donde se coloca junto a fotografías, comida y objetos que evocan la memoria de los difuntos. Su color vibrante no solo alegra el espacio, sino que también simboliza la vida que perdura a través del recuerdo. Las familias creen que, al incluir esta flor, están invitando a las almas a regresar, a sentir su amor y a disfrutar de la celebración en su honor.
Además de su valor simbólico, la celosía también posee propiedades prácticas. Se utiliza para limpiar el ambiente, proporcionando un sentido de purificación. En este sentido, su presencia en los altares se convierte en un acto de amor y respeto, no solo hacia los difuntos, sino también hacia quienes quedan en este mundo, creando un espacio sagrado y armonioso.
La producción de celosía ha crecido significativamente en México, con cultivos que abarcan más de 60 hectáreas en municipios como Tonatico y Villa Guerrero. Este crecimiento no solo enriquece el paisaje del Día de Muertos, sino que también contribuye a la economía local, generando una derrama económica cercana a 12 millones de pesos. Así, la celosía no solo embellece el hogar, sino que también alimenta comunidades enteras, reflejando la interconexión entre la naturaleza, la cultura y la tradición.
Cada año, cuando el viento comienza a llevar el aroma de la temporada, las familias se preparan para el regreso de sus seres queridos. En este ritual de amor y memoria, la celosía brilla con fuerza, recordando a todos que, aunque los cuerpos puedan partir, el amor nunca se desvanece. Así, en cada pétalo de terciopelo, la celosía se convierte en un símbolo de esperanza, consuelo y la eterna conexión que compartimos con aquellos que han dejado este mundo.
MVZ ESPECIALISTA ELSA DIÉGUEZ B.
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