La iguana negra, cuyo nombre científico es Ctenosaura pectinata, es un reptil de la familia Iguanidae. Se caracteriza por su tamaño mediano a grande, pudiendo alcanzar hasta 1.3 metros de longitud, aunque la mayor parte de su cuerpo está compuesta por su larga y robusta cola.
Los machos suelen ser más grandes que las hembras. Su coloración varía según la edad y el sexo, siendo los machos adultos generalmente de color negro o gris oscuro, mientras que las hembras y los juveniles pueden presentar tonos más claros con bandas o manchas oscuras. La piel de la iguana negra está cubierta de escamas, y su cola tiene anillos de espinas que le otorgan protección y la ayuda a defenderse de depredadores. Además, cuenta con una cresta dorsal prominente que va desde el cuello hasta la cola.
La dieta de Ctenosaura pectinata es principalmente herbívora, aunque puede ser omnívora en algunas etapas de su vida. Se alimenta de hojas, flores, frutos y brotes tiernos, pero también puede consumir insectos, pequeños invertebrados y huevos de otras especies. Su alimentación varía dependiendo de la disponibilidad de recursos en su entorno, lo que le permite adaptarse a diferentes hábitats.
El hábitat natural de la iguana negra incluye zonas tropicales y subtropicales de México, especialmente en la costa del Pacífico. Se encuentra en áreas boscosas, tanto secas como húmedas, y prefiere zonas rocosas o arbóreas donde puede refugiarse y tomar el sol. También se le ha observado en áreas urbanas, adaptándose a la presencia humana. Su rango de distribución abarca principalmente los estados de Jalisco, Colima, Nayarit y Guerrero, aunque también se ha reportado en otras regiones del país.
Una de las características más extraordinarias de la iguana negra es su capacidad para escapar rápidamente de los depredadores. Además de su velocidad en tierra, que le permite huir en cortos intervalos, tiene la habilidad de trepar árboles con gran destreza. Si se siente acorralada, puede usar su cola espinosa como un arma defensiva, azotando a los atacantes con fuerza. Este comportamiento, junto con su adaptabilidad a diversos entornos, le ha permitido sobrevivir en áreas donde otras especies de reptiles tienen dificultades.
Como otros lagartos, la Ctenosaura pectinata puede desprenderse de su cola cuando se siente amenazada. Este mecanismo de defensa, conocido como autotomía, permite que el animal escape mientras el depredador se distrae con la cola en movimiento. La iguana luego regenera su cola, aunque la nueva cola suele ser más corta y de diferente textura.
Esta especie es muy rápida y ágil, capaz de correr a grandes velocidades para escapar de sus depredadores. Se considera uno de los lagartos más rápidos, alcanzando velocidades de hasta 35 km/h., aunque es terrestre, la iguana negra es excelente trepadora y, cuando es necesario, también puede nadar para huir de amenazas. Esta adaptabilidad le permite acceder a diversos tipos de refugios.
En el ecosistema, Ctenosaura pectinata juega un papel importante como herbívoro, ayudando a la dispersión de semillas y a controlar el crecimiento de algunas plantas. Además, es una presa para varios depredadores como aves rapaces y mamíferos, lo que la sitúa dentro de la cadena alimenticia de su entorno. Su capacidad para consumir una amplia variedad de alimentos la convierte en un eslabón clave en el mantenimiento del equilibrio ecológico en las zonas donde habita.
El estado de conservación de la iguana negra está clasificado como "Vulnerable" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Las principales amenazas que enfrenta son la pérdida de su hábitat debido a la deforestación y el desarrollo urbano, así como la caza ilegal para el consumo humano y el comercio de mascotas exóticas. Aunque se encuentra en algunas áreas protegidas, las poblaciones de Ctenosaura pectinata están disminuyendo en muchas regiones, lo que resalta la necesidad de medidas de conservación más efectivas.
MVZ ESPECIALISTA ELSA DIÉGUEZ B.
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