La casa de la familia Sodder en Fayetteville, Virginia Occidental, se quemó la víspera de Navidad, el 24 de diciembre de 1945. Sodder, que venía de Italia, tenía una buena vida en Estados Unidos y vivía feliz con sus diez hijos. La celebración navideña era normal en la casa. Con los niños ansiosos por recibir regalos y la familia comiendo junta. Pero la paz se vio perturbada temprano en la mañana del día de Navidad, cuando un feroz incendio destruyó la casa.
Cinco niños y sus padres escaparon sanos y salvos, pero Maurice, Martha, Louis, Jennie y Betty desaparecieron en el incendio. El incendio provocó la muerte de cinco jóvenes y los funcionarios dicen que se debió a un sistema eléctrico defectuoso. Los Sodders no estuvo de acuerdo con ese motivo, mencionando sucesos extraños y eventos que no pueden justificarse en relación con el incidente.
Los Primeros Signos de Sospecha
Poco después de que se desatara el incendio, George y Jennie se percataron de que las circunstancias no eran normales. Primero, la escalera que solían usar para acceder al techo había desaparecido misteriosamente. George intentó arrancar dos de sus camiones para buscar ayuda, pero ninguno de ellos funcionó, a pesar de haber sido revisados recientemente. Además, cuando la familia trató de llamar a los bomberos, la línea telefónica de la casa no estaba operativa, a pesar de que horas antes sí lo estaba.
Estas primeras anomalías ya empezaban a sembrar dudas sobre la naturaleza del incendio. Jennie Sodder, en particular, se mostraba escéptica acerca de la explicación oficial. Si el incendio fue causado por un fallo eléctrico, ¿por qué las luces de la casa seguían funcionando cuando la familia intentó escapar? Este detalle no cuadraba con la versión de un cortocircuito.
La Búsqueda de Respuestas
La búsqueda de los cuerpos de los niños desaparecidos se llevó a cabo de inmediato. Sin embargo, después de examinar los escombros, las autoridades no encontraron restos humanos. Los expertos en incendios afirmaron que si los niños hubieran estado en la casa, se habrían encontrado fragmentos óseos, dientes o alguna prueba de su presencia. Pero no había nada. Esto generó una gran sospecha en los Sodder, quienes comenzaron a creer que sus hijos no murieron en el incendio, sino que fueron secuestrados.
Jennie Sodder, desconfiada de la explicación oficial, realizó sus propias investigaciones. Contactó a expertos en cremación y consultó estudios sobre la resistencia de los huesos al calor. Todos coincidieron en que incluso en incendios de alta intensidad, los huesos no se desintegran por completo. Este hecho fortaleció la creencia de Jennie de que sus hijos no habían perecido en el incendio.
Otro detalle alarmante fue que, días antes del incendio, un extraño hombre había aparecido en la casa de los Sodder, haciendo comentarios sobre el cuadro eléctrico. También se había reportado la presencia de un desconocido observando a los niños camino a la escuela, lo que añadía más dudas sobre lo que realmente sucedió la noche del incendio.
Las Teorías de un Posible Secuestro
Con el tiempo, la teoría de que los niños fueron secuestrados cobró fuerza. A lo largo de los años, varios testigos afirmaron haber visto a los niños en diferentes lugares del país, incluso en un coche la misma noche del incendio, y luego en un hotel en Charleston, a 50 kilómetros de distancia. Una mujer que trabajaba en un restaurante en esa zona reportó haber visto a cuatro de los niños Sodder acompañados por dos hombres y dos mujeres de apariencia italiana.
Otro testimonio intrigante vino de una mujer que afirmaba haber visto a los niños en compañía de adultos poco después del incendio, en un hotel en Charleston. Según su relato, los adultos se comportaban de manera hostil y no permitían que los niños hablaran. Sin embargo, nunca se pudieron confirmar estas afirmaciones, y las investigaciones formales no arrojaron resultados concretos.
A pesar de estas pistas, las autoridades locales y el FBI cerraron el caso, catalogando la desaparición de los niños como una consecuencia del incendio. Sin embargo, los Sodder no estaban dispuestos a aceptar esa conclusión. George Sodder, particularmente afectado por la pérdida de sus hijos, comenzó una búsqueda incansable que duraría el resto de su vida.
La Fotografía Misteriosa
Uno de los momentos más inquietantes del caso ocurrió en 1968, cuando la familia Sodder recibió una carta anónima con una fotografía de un hombre joven. En el reverso de la foto, había una nota que decía: "Louis Sodder. Te quiero, hermano. Frankie". La imagen mostraba a un hombre que tenía una sorprendente semejanza con Louis, uno de los niños desaparecidos.
Este nuevo indicio reavivó la esperanza de la familia, que llegó a contratar a un investigador privado para seguir la pista de la carta, que había sido enviada desde Kentucky. Sin embargo, tras partir en su misión, el detective nunca volvió a contactarse con los Sodder y se perdió todo rastro de él.
Un Misterio sin Resolver
George y Jennie Sodder continuaron su búsqueda hasta el final de sus días. George murió en 1969, después de años de frustración y dolor. Jennie vivió hasta 1989, y durante todo ese tiempo mantuvo en pie una cartelera en la carretera que llevaba a Fayetteville, ofreciendo una recompensa por cualquier información que pudiera ayudar a resolver el misterio.
El caso de los niños Sodder sigue siendo un enigma hasta el día de hoy. A pesar de las múltiples teorías, testigos y esfuerzos de la familia, nunca se logró una respuesta definitiva sobre lo que ocurrió la fatídica noche de Navidad de 1945. La desaparición de los niños Sodder es una de las historias más desconcertantes y tristes de la historia criminal de Estados Unidos, un recordatorio de que, en ocasiones, ni siquiera el paso del tiempo puede borrar el rastro de un misterio profundo.
Los restos de la casa y los recuerdos permanecen, pero la verdad se perdió en las cenizas de aquella Navidad, dejando a la familia y al mundo con más preguntas que respuestas.
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