El huracán Jon, que azotó Acapulco con una furia inusitada, dejó un rastro de destrucción no solo en infraestructura y viviendas, sino también en la vida animal y el medio ambiente. Las intensas lluvias y los vientos huracanados, que superaron los 200 km/h, devastaron vastas áreas naturales, afectando severamente a las especies locales y sus hábitats.
En las zonas selváticas y costeras, la fauna se vio atrapada por las inundaciones y el deslizamiento de tierras. Los animales terrestres, como iguanas, aves y pequeños mamíferos, sufrieron el embate directo de las corrientes de agua que arrasaron su refugio natural. Muchos fueron arrastrados por el agua o quedaron atrapados bajo escombros y árboles caídos. Las tortugas marinas, un símbolo de la costa acapulqueña, vieron afectadas sus áreas de anidación, ya que las fuertes olas y la erosión de las playas destruyeron nidos, poniendo en peligro a esta especie en una etapa crítica de su ciclo reproductivo.
Los ecosistemas acuáticos no escaparon del desastre. La contaminación de los ríos y arroyos, producto de los desechos arrastrados por las lluvias, ha alterado la calidad del agua, afectando a peces y otras formas de vida acuática. Los corales, esenciales para la salud marina en la región, también podrían haber sufrido daños debido al incremento en la sedimentación y los cambios bruscos en la temperatura del agua.
Por otro lado, la situación en los centros urbanos de Acapulco no fue menos alarmante. Los animales domésticos quedaron desprotegidos en medio del caos. Numerosos perros y gatos se perdieron o resultaron heridos por los escombros, mientras que muchos otros quedaron abandonados debido a la evacuación forzada de sus dueños. Las organizaciones locales de rescate animal se vieron abrumadas, tratando de atender a cientos de mascotas heridas o extraviadas, mientras que el acceso a agua y alimentos para estos animales se volvió escaso en medio del colapso de los servicios básicos.
El huracán John dejó una huella indeleble en la vida silvestre y doméstica de Acapulco, recordando la vulnerabilidad de los seres vivos frente a los embates de la naturaleza. La recuperación, tanto de los ecosistemas como de los animales afectados, será un proceso largo y complicado que exigirá esfuerzos concertados de las autoridades y la sociedad civil.
MVZ ESPECIALISTA ELSA DIÉGUEZ B.
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