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Adentrándose en una nave espacial celestial: Las Cuevas de Waitomo

Un universo de estrellas bajo tierra

Al adentrarse en las Cuevas de Waitomo, una sensación de asombro nos invade. Nos encontramos como si estuviéramos en el interior de una nave espacial, rodeados de miles de estrellas que brillan a tan solo una mano de distancia. La oscuridad se transforma en un cielo nocturno infinito, iluminado por el resplandor de las criaturas bioluminiscentes que habitan este laberinto de cuevas de piedra caliza con más de 2 millones de años.



Un viaje a las profundidades de la Tierra

Ubicadas en la región de Waikato de Nueva Zelanda, las Cuevas de Waitomo nos invitan a un viaje hacia las profundidades de la Tierra. Sus túneles cavernosos, iluminados por el resplandor de los gusanos luminosos, revelan un ecosistema único y una historia cultural profunda.

La danza de las luciérnagas

En el corazón de la cueva se encuentra la larva del insecto Arachnocampa luminosa, la cual emite una luz brillante con la que atrae a sus presas, generalmente moscas y mosquitos. La luz guía a estos insectos hacia un hilo mucoso en el que quedan atrapados. El gusano contrae el hilo y captura a su presa. Además de su función de caza, la bioluminiscencia también puede tener una función de comunicación entre los gusanos, ayudándoles a encontrar pareja o a defenderse de los depredadores.

Un lugar sagrado para los maoríes

La Cueva de los Gusanos de Waitomo ha sido un lugar de importancia cultural para los pueblos indígenas maoríes durante siglos. La cueva era conocida como: Te Ananui a Ruakuri, que significa "la cueva de la hija de Ruakuri", y se consideraba un lugar sagrado. Los maoríes utilizaban la cueva como refugio, lugar de ceremonias y fuente de historias y leyendas.

Una joya natural y cultural

Las Cuevas de Waitomo son un tesoro natural y cultural de Nueva Zelanda. Su belleza única y su rica historia las convierten en un destino turístico imperdible para los amantes de la naturaleza, la aventura y la cultura.

MVZ ESP. Elsa Dieguez B.

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